Desde su primera proyección pública en el Festival de Venecia la recepción de Roma ha sido “maravillosa” y le ha permitido a la actriz conocer a “gente increíble”.
Por Alicia García de Francisco
Madrid, 21 febrero (EFE).- Sin guión, por deseo expreso e intencionado de Alfonso Cuarón, rodar Roma fue “enfrentar la situación como en la vida misma, con sorpresas, caos y pequeñas trampas que no esperabas”, asegura a Efe Marina de Tavira, nominada al Óscar a mejor actriz secundaria.
Llegará a la gala de este domingo en Los Ángeles tan contenta como sorprendida y agradecida, por ser “una actriz mexicana que está con esas actrices tan reconocidas”, asegura sobre sus compañeras de nominación, nada menos que Amy Adams (Vice), Emma Stone y Rachel Weisz (ambas por The Favourite) y Regina King (If Beale Street Could Talk).
Será un profundo orgullo para ella competir con esas actrices y hacerlo además con “una película en español, que habla de México” y que ha sido “un regalo de la vida, largo, exhaustivo pero inolvidable”.
Desde su primera proyección pública en el Festival de Venecia -donde se llevaría el León de Oro a la mejor película- la recepción de Roma ha sido “maravillosa” y le ha permitido a De Tavira (Ciudad de México, 1974), conocer a “gente increíble”.
Pero las sorpresas empezaron desde el primer día de rodaje, cuando De Tavira y sus noveles compañeros de reparto supieron que Cuarón no tenía ninguna intención de dejarles leer el guión.
Cada día, al llegar al set, les contaba lo que se iba a rodar en esa jornada, así que empezaban a actuar solo conociendo las situaciones y sin ensayos previos, lo que tuvo “unas consecuencias increíbles” para el filme, una frescura y naturalidad imposibles de lograr de otro modo.
Era, recuerda De Tavira, como ir “resolviendo las situaciones como en la vida real”, según se presentaban.
“Con todos los que yo trabajé eran actores noveles, sin formación actoral. Yo llevo muchos años haciendo teatro con una técnica muy particular y tuve que ajustarme la primera semana a esa forma de aproximarse a la actuación más espontánea, no tan pensada y analizada”, explica.
Se trataba “de entregarse a lo que el director proponía”, lo que le ayudó “a descubrir nuevos registros”, dice De Tavira de la forma de trabajar de Cuarón, un realizador “que respeta mucho el proceso actoral y que creó este método en el que todos navegábamos juntos”.
“Es un director muy generoso para compartir su perspectiva del personaje, es muy detallista, lo ve todo, incluso los pensamientos que se te cruzan por la mente”, asegura entre risas, antes de agregar: “no puedes engañar, ni a ti mismo ni a él”.
Un trabajo del que se siente muy orgullosa y que opta en esta 91 edición de los premios de la Academia de Hollywood a diez Óscar –película, dirección, actriz, actriz de reparto, película de habla no inglesa, guion original, fotografía, diseño de producción, edición de sonido y mezcla de sonido–.
Estas nominaciones “hablan de una amplitud de criterio de la academia, que ha dado este lugar a Roma, una película en español y mixteco, que viene de México”.
“La discriminación y la xenofobia son producto del miedo a la diferencia y el miedo a sentir que otros nos van a atacar”, reflexionó la actriz sobre el momento en el que llega esta película, con un Estados Unidos gobernado por Donald Trump, que insiste en su idea de crear un muro que separe su país de México.
“Compartimos un mismo mundo, podemos avanzar como sociedad para que todos tengan un mejor lugar. Si Roma aporta un granito de arena a esta perspectiva estaremos muy felices”, señala.
Y sobre qué tienen los cineastas mexicanos, que en los últimos años arrasan en los Óscar -han ganado cuatro de los cinco últimos premios de dirección- considera que son “han sabido hacer de la pasión una maestría, un arte”.
Pero mientras el primer Óscar de Cuarón fue por Gravity, hecha en inglés, al igual que The Revenant, de Alejandro González Iñárritu, y The Shape of Water, de Guillermo del Toro, esta vez es todo mexicano y no solo el director.
Roma está “hecha en México, con actores y equipo mexicano, sobre un lugar muy particular de México”, resalta De Tavira con una mezcla de orgullo y felicidad.